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25 Por eso el enojo del Señor arde contra su pueblo
    y ha levantado el puño para aplastarlo.
Los montes tiemblan
    y los cadáveres de su pueblo están tirados por las calles como basura.
Pero aun así, el enojo del Señor no está satisfecho.
    ¡Su puño todavía está listo para asestar el golpe!

26 Él enviará una señal a las naciones lejanas
    y llamará con un silbido a los que están en los confines de la tierra;
    ellos irán corriendo a Jerusalén.
27 No se cansarán, ni tropezarán.
    No se detendrán para descansar ni para dormir.
Nadie tendrá flojo el cinturón
    ni rotas las correas de ninguna sandalia.

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